1.01.2005

Bienvenido 2005...?

Otro año más... y seguimos sin darnos cuenta...

No nos damos cuenta de que nos comportamos como esclavos y seres programados la mayor parte del tiempo, que a medida que la vida de un individuo avanza hacia la adultez las presiones que sobre él ejerce la sociedad para dejar de ser libre aumentan, aumentan las imposiciones, los requerimientos, la importancia de satisfacer lo que otros esperan de él, hasta que llega un punto en que la mayor parte del tiempo de su vida está dedicada al servicio...

¿de la comunidad?

Yo más bien diría... ¡Al servicio de los caprichos de la comunidad!

Vivimos en una sociedad que presiona y discrimina, desde el color de pelo hasta la marca de los pantalones, una sociedad que dice que "si no tenés un celular estás out", una sociedad que dice que si tenés una 4x4 para andar por una ciudad totalmente congestionada y ayudes a entorpecer aún más el tránsito, "sos lo más"... En definitiva, una sociedad banal y obsesionada por superficialidades en que el termómetro de idoneidad no es la calidad de una persona sino su apariencia o sus posesiones o su reconocimiento social... Sino, pregúntenles a todas las chicas que se matan haciendo dietas por qué demonios lo hacen... Como si lo normal fuera ver en las calles cuerpos como los que exhiben las modelos en la TV, exageradamente flacas, con los efectos de horas diarias de gimnasio, y varios kilogramos de siliconas bajo el cuello y una buena dosis de colágeno en los labios, sin nombrar obviamente las paredes de maquillaje, los cientos de productos químicos conque se untan hasta el último centímetro de sus cuerpos, y todo esto como si ya de por sí los exageradamente estrictos procesos de casting fueran benevolentes y poco discriminativos para con las postulantes.

Así, siguiendo el ejemplo de la modelo, no solamente es necesario haber tenido una influencia genética determinada que permita tener ciertos rasgos físicos (influencia sobre la que un individuo no tiene poder de decisión alguno... todavía) sino cumplir con cientos de tratamientos de la imagen para lograr un efecto bien claro: montar una imagen de belleza ideal, una imagen rara, poco frecuente, que produzca en la sociedad el deseo de obtener ese objeto raro en la vida cotidiana, pero que, paradójicamente, es de lo más común y frecuente en la realidad mediática.

Y en cuanto a la realidad de los medios... En general no es otra que convertirse en portavoz de lo que la vida cotidiana de los individuos debería ser, o peor aún, en un espejo de esa realidad cotidiana, representada en una forma tan burda y enfocándose en fragmentos tan pequeños y cuidadosamente seleccionados que termina siendo una burla distorsionada, burla que lamentablemente es demasiado frecuentemente tomada por cierta (más aún en comunidades donde los medios masivos son la fuente de información más frecuente), alimentando fenómenos de psicósis y paranoias masivas.