La jaula

Mil demonios se apoderan de mí... Pugnan por salir, se pelean entre ellos, discuten, se sienten encerrados y desesperados por terminar de romper el larguísimo letargo en que estuvieron ahogados durante décadas...

Aunque parecía que jamás hubieran existido, allí estaban, despertando paulatinamente de una pesadilla de tranquilidad rutinaria y pacifismo obligatorio: los materiales de los barrotes de la jaula que hoy intentan destrozar a golpes...

Dicen que allí donde hay deomonios, hay ángeles también tratando de quitarles las fuerzas... Pero no, aquí sólo hay demonios que fueron anesteciados desde su propio nacimiento.

¿saldrán a la superficie de una vida atormentada? ¿arrasarán finalmente con los barrotes que inconcientemente fueron restringiéndolos a un pequeño hueco de un alma que se debate en contradicciones continuas?

La respuesta es incierta, sólo el tiempo dirá si los demonios mostrarán sus fauces sedientas de libertad, o si la tensión superficial de una telaraña demasiado resistente los vencerá, aletargándolos de nuevo hasta que algún designio en forma de acertijo los vuelva a despertar...